En la opinión de:
Saúl De los Santos
CEO de AXIS Centro de Inteligencia Estratégica y Eje Instituto
En el contexto teórico se denomina como Instituciones Puente a las organizaciones no gubernamentales que realizan tareas de intermediación entre la sociedad civil o las empresas con las entidades de los tres niveles de gobierno, en ello se incluyen para tales fines cámaras, asociaciones civiles, gremiales, consejos de desarrollo y las organizaciones de representación de agrupamientos o clústeres que se han venido creando en la región en la última década.
Sin lugar a dudas, este tipo de instituciones resultan fundamentales en el contexto de facilitar la gestoría y el consenso de las partes para que se atiendan las verdaderas prioridades de los grupos representados por cada institución, sin embargo es de notar que cuando menos para el caso de Baja California, su posición como la entidad número uno en el país en términos de agrupaciones por cada 100,000 integrantes de la Población Económicamente Activa no se está viendo traducida a una mejor interacción y capacidad de gestión cuando lo ponemos en perspectiva respecto a otras entidades del país.
Mientras en la entidad existe una amplia gama de instituciones puente, su articulación, impacto y representatividad reflejan una heterogeneidad de niveles de desempeño, en muchos casos poca institucionalidad, lo cual se ve reflejado por una agenda de trabajo centrada en los dirigentes en turno, presupuestos que terminan dedicándose primordialmente a sustentar la base administrativa, y, quizá mas preocupante aun la creación desmedida de nuevas organizaciones, particularmente aquellas con enfoque social.
Disponer de más instituciones no es necesariamente mejor, pues implica mayor competencia por recursos y menor representatividad, además de facilitar el escenario de un “divide y vencerás”.
Resulta evidente para quienes interactuamos en el día a día con las instituciones puente de la entidad que la oportunidad de madurar capacidades y generar por consecuencia mejores impactos es ampliamente considerable; algunas de las buenas prácticas y oportunidades a considerar incluyen:
La consolidación de organismo de índole afín, con lo cual se pueda reducir la duplicidad de funciones, se incremente la representatividad y se pueda optimizar el costo de overhead, que dicho sea de paso, bajo referentes de mejores prácticas debería situarse alrededor del 20% del presupuesto operativo.
La integración de organismos a nivel metropolitano (especialmente para el caso de Tijuana – Rosarito – Tecate), mediante el cual se pueda en el mediano plazo tener instituciones de cobertura regional en funciones tales como la promoción de inversión, organizaciones camarales y asociaciones de industria y comercio.
El establecimiento de lineamientos de gobernanza, transparencia y rendición de cuentas, mismos que deberían ser tan públicos como el financiamiento que reciben y cuando menos dar plena visibilidad de decisiones, cuentas y resultados a la totalidad de sus agremiados.
Las tareas de desarrollo del tejido institucional de la iniciativa privada son de esta misma, y recaen en las propias estructuras que para fines de articulación y planificación se han creado.
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