Del 2 al 4 noviembre de 2016, la ciudad de Tijuana acogió la quinta edición del Congreso de la Red de Oficinas de Transferencia de Tecnología: “Un Negocio Sin Fronteras”, en la que se desarrollaron foros de discusión sobre política pública y el ecosistema de innovación en México, uno de éstos titulado “Transferencia de Tecnología en la Región Fronteriza”, en el cual participaron Hugo Nicolás Pérez, director de Innovación de Conacyt; Saúl de los Santos, socio director de Axis, Centro de Inteligencia Estratégica; Flavio Olivieri, consejero del programa Ignitus y director General de Tuteli, y Eduardo Valtierra Padrón, presidente de la Comisión de Innovación del Consejo de Desarrollo de Tijuana, como moderador del encuentro.
El panel de expertos dio inicio con la participación de Saúl de los Santos, quien comentó que para que haya transferencia de tecnología necesita haber una oferta tecnológica. En este sentido, observó que Baja California cuenta con más de 80 instituciones de educación superior, de las cuales solamente 12 tienen laboratorios y/o centros para la generación de conocimiento, investigación y desarrollo tecnológico, cuyas líneas de investigación no necesariamente coinciden con el grueso de lo que la actividad económica ha venido impulsando.
En materia de manufactura, indicó que se ha venido impulsado por más de una década el desarrollo basado en clústeres, tales como el electrónico, aeroespacial, de dispositivos médicos, autopartes, automotriz, entre otros. Y a pesar de que en algunos de estos sectores Baja California ocupa posiciones de liderazgo a nivel nacional, ve una dificultad significativa de que en éstos pueda ocurrir transferencia de tecnología, pues desde su perspectiva, hay dos eslabones perdidos entre la investigación y su aplicación en la industria: ingeniería de manufactura y diseño. Es decir, las soluciones tecnológicas unitarias deben escalarse a nivel industrial y estandarizarse en base a los protocolos de la industria, mientras que el diseño, además de ser funcional, debe integrarse física, visual y estéticamente al producto.
De acuerdo con Saúl de los Santos, desarrollar estas capacidades de diseño, manufactura e ingeniería de producto nos permitirían hablar un lenguaje común, lo que a su vez representaría una gran oportunidad de mercado para la industria con dos vertientes: empresas multinacionales y startups.
Compartió que por un lado, las empresas multinacionales tienen los recursos económicos pero un rango de acción moderado, muchas de las decisiones se toman en sus corporativos, necesitan tiempos de respuesta cortos, precios competitivos e ir ganando confianza poco a poco. Este tipo de empresas empiezan a vincularse a través de soluciones de baja complejidad, y conforme van ganando confianza empiezan a asignar proyectos de desarrollo de complejidad elevada. Por otro lado, las startups o PyMEs tecnológicas innovadoras buscan diferenciarse para abrirse paso en el mercado y ganarse un lugar frente a los grandes jugadores, por lo que están abiertas a tomar las soluciones que se les pongan en la mesa y que les ayuden a que sus productos sean más eficientes y durables. “Es curioso, pues quienes tienen el recurso económico decide ir paso a paso, y quienes son los nuevos entrantes en la industria se muestran muy abiertos a nuevas soluciones pero su presupuesto no da para todo”, comentó.
De los Santos continuó con su participación haciendo referencia a un reporte publicado en 2015 por la Asociación Nacional de Capital de Riesgo (NVCA, por sus siglas en inglés), en el que se califica del 1 al 5 el índice de confianza de los inversionistas internacionales en los proyectos de I+D a nivel mundial. En este reporte EE.UU. fue calificado con 4.17, es decir, más del 80% de los inversionistas consideran que sí le apostarían a un proyecto de desarrollo tecnológico en EE.UU.; en tanto Israel fue calificado con 3.9, Canadá con 3.6, China con 3.53, Reino Unido con 3.51, India con 3.31, Australia 3.19, Japón con 2.95, Brasil con 2.70, y México con 2.43, lo cual indica que el 50% de los inversionistas considera riesgoso enviar un proyecto de desarrollo tecnológico a México. La razón, de acuerdo con Saúl de los Santos, es que no hay una trayectoria de casos de éxito en tecnologías mexicanas que haga acreedor al país de gran prestigio y respaldo. Por lo tanto, lo que se hace en la región CaliBaja es tratar de sumar el índice de confianza (4.17) de EE.UU. con el índice de confianza (2.43) de México y ‘empaquetarlo’, crear una oferta regional y enviar un mensaje de capacidades combinadas.
Sin embargo, de acuerdo con Flavio Olivieri, la economía de San Diego e Imperial Valley, en California, no está tan vinculada como pareciera, o como se quisiera, con la economía de Baja California.
“Se tienen que trabajar en aumentar la integración regional y en cerrar brechas entre las capacidades de manufactura de Baja California y el conocimiento, valor agregado y desarrollo tecnológico del sur de California”, apuntó.
Como ejemplo, Olivieri señaló los extremos que ocupan ambos lados de la frontera en la cadena de valor de la industria médica; San Diego en un extremo, como una de las regiones más atractivas para la innovación y desarrollo de la industria farmacéutica en EE.UU., enfocada en lo más avanzado en genómica y salud digital, y Baja California en el otro, como líder trasnacional en manufactura y ensamble de dispositivos médicos.
Por su parte, Hugo Nicolás Pérez reiteró que la innovación y el desarrollo tecnológico no pueden estar desligados del sector empresarial y de la necesidad de generar valor agregado.
En este país hay 25,000 investigadores de alta calidad miembros del Sistema Nacional de Investigadores, 56,000 jóvenes que en este momento están estudiando en el extranjero becados por Conacyt, un millón de maestros y doctores que están a la espera de incorporarse a la generación de conocimiento y desarrollo tecnológico, y un padrón de jóvenes investigadores del Conacyt de 4,600 doctores −con menos de 40 años− en lista de espera para incorporarse a desarrollos tecnológicos y científicos”, lo anterior, comentó, demuestra que el país sí está aportando recursos para la innovación, el desarrollo tecnológico y la vinculación con las empresas, lo que a su vez genera competitividad y productividad.
Sin embargo, tal número de postgraduados preocupa a Saúl de los Santos, quien se cuestiona si esta fuerza laboral ha desarrollado proyectos de transferencia de tecnología. Y es que desde su perspectiva, si estas personas no fueron formadas con ese enfoque salieron de la academia sin tener la noción de que el objetivo de su trabajo es generar un beneficio para la sociedad.
Be the first to comment on "TRANSFERENCIA DE TECNOLOGÍA EN LA REGIÓN FRONTERIZA"