Hoy vamos a hablar de la palabra servir, misma que no existe en el bagaje cultural de nuestros políticos, sea cual sea su origen o partido del cual emanaron, salvo alguna excepción o “garbanzo de a libra”.
Servir es ayudar a cualquiera que lo necesite o se pueda beneficiar, y no de preferencia a quien nos pueda servir a nosotros.
Servir es sembrar siempre, sin descanso, aunque sólo sean otros los que recojan y aprovechen las cosechas.
Servir es mucho más que dar con las manos, es dar con el alma lo que tal vez nunca nos fue concedido.
Servir es brindar apoyo y ayuda, así como afecto, bondad, cordialidad y apoyo moral, tanto como ayuda material.
Servir es repartir alegría, estima, admiración, respeto, gratitud, sinceridad, honestidad, libertad y justicia, infundir fe, optimismo, confianza y esperanza.
Servir es en verdad, dar más de lo que recibimos en la vida y de la vida.
Obrando así se mejora la vida y la autoestima, mas aún se mejora la vida misma, y se aprende a ser más noble y generoso con el hombre.
Obviamente es utópico y fuera de contexto esperar y desear que este saco le venga a nuestros políticos, los cuales tienen como meta el que los pongan donde hay para así servirse a manos llenas, ellos y toda su parentela, allegados y compadres, sin ningún pudor ni cargo de conciencia, puesto que nunca han conocido la honestidad, ética y decencia, y mucho menos el remordimiento.
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