Por: Héctor Vargas Villalta, Director General de la Organización Mundial de Ciudades y Plataformas Logísticas
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Decía Alejandro Magno, Rey del Imperio Macedonio lo siguiente: “Mis logísticos son un grupo sin sentido del humor. Saben que, si mi campaña falla, ellos serán los primeros a los que mate”.
El éxito de sus batallas obedecía a sus asesores en estrategia logística que estaban con la gran tarea de tener todos los insumos y elementos indispensables para sus soldados en el campo de batalla. El precio de una mala gestión no era una simple sanción, se pagaba con la vida por fallar ante cruciales momentos.
Los que estamos vinculados a la logística en cualquier eslabón de esta, debemos sentir preocupación de que en muchas de nuestras naciones se carece de políticas concretas de Estado en materia de logística preventiva que venga a facilitar ante todo que las cadenas de suministros no se vean afectadas ante cualquier eventualidad o suceso en el país.
Esta falta de preparación y visión en el desarrollo de la infraestructura estratégica logística de un país puede llevarle ante una emergencia, dígase por fenómenos naturales, políticos-sociales o de salud pública, a una inminente pérdida de competitividad de los sectores productivos en los mercados internacionales o perjudicar la llegada de inversiones que estuvieran analizando posicionar operaciones en el país.
A todo esto, hay que sumar que se ha perdido fiabilidad en las empresas prestadoras de servicios de logística y transporte, y no debemos mostrar asombro absoluto en esto, de no ser así, no estaríamos viendo el aumento de los llamados “tender” en estos servicios por parte de las empresas dueñas de las cargas, llámense exportadores, importadores o compradores y vendedores.
En estos momentos en los que el mundo se encuentra en una transición económica por los efectos de la pandemia del COVID-19, existen importantes desafíos en el sector de los servicios logísticos ante el hecho de mantener abierta una importante brecha en toda la cadena de suministros para evitar colapsar el abastecimiento primario de alimentos en la población y la de mantener habilitada la misma para los sectores productivos que requieren insumos, materias primas, equipos y maquinarias para mantener sus niveles de productividad.
Toda disminución productiva en los países se verá reflejada en los servicios logísticos dentro de toda la cadena, cualquiera que estos sean, por tanto, hay que tomar mucha conciencia en este momento de crisis mundial que los servicios a las cargas, cualesquiera que sean, deben irse ajustando a una LOGISTICA SOLIDARIA Y JUSTA. Definitivamente no podemos “abusar” de quienes productivamente están buscando ser competitivos en los mercados y aprovechar circunstancias que podrían hacer peligrar el posicionamiento de las empresas internacionalmente.
Ha llegado el momento de que exista una LOGISTICA JUSTA, bajo criterios de un comercio justo en una relación ganar-ganar.
No podemos sacrificar la competitividad de las empresas dueñas de las cargas, solo porque conocemos que puedan depender de un transporte terrestre o naviero para llegar con sus productos a los mercados. No podemos ocultar que se requiere un trato preferencial para las pequeñas y medianas empresas, que en la mayoría de nuestras naciones son fundamento importante de la base económica.
En este momento NO PODEMOS pensar en asimetrías sobre la cantidad de carga y los precios para movilizarla. Es este momento en el que el sector logístico debe responder de una manera responsable y honesta ante el gran desafío que tenemos en nuestros países. Es una guerra en la que debemos competir por lograr que las empresas de nuestras naciones no pierdan la competitividad. Si fallamos, seremos los primeros en sentir como nuestros negocios morirán también.
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