El verbo votar será conjugado por unos 4.000 millones de personas en 2024. Mientras que en Rusia (con Vladimir Putin) y en El Salvador (con NayibBukele) el ganador de las elecciones presidenciales parece definido, en EE.UU. y Venezuela ni siquiera es claro si los favoritos –Donald Trump y María Corina Machado– podrán participar.
A estos se suman dos certámenes especialmente concurridos. India, que desde el año pasado es el país más poblado del mundo con 1.440 millones de habitantes.
De ellos, 945 millones –récord mundial absoluto– están llamados a renovar el Parlamento en una fecha por definir entre abril y mayo. Y, en el Viejo Continente, entre el 6 y el 9 de junio, 400 millones de votantes de 27 países serán convocados para elegir a los 720 integrantes del Parlamento de la Unión Europea (UE).
En el bloque europeo, aunque las encuestas coinciden en que la alianza de Partidos Populares Europeos, de centro-derecha, conservará el primer lugar con unas 180 curules, y que socialistas y socialdemócratas de la Alianza Progresista lo seguirán con 145, inquieta el avance de la derecha más radical de Identidad y Democracia, que se estima podría acercarse a los 100 escaños.
Mientras tanto, la derechista Renew, que promueve una profunda reforma de la UE, podría hacerse con 80, y en cambio los verdes caerían a menos de 50 sillas. En resumen, un giro a la derecha.
En el caso de la India, el partido gobernante Alianza Democrática Nacional, del primer ministro Narendra Modi, es amplio favorito. Su radicalismo nacionalista y autoritario, basado en un populismo étnico hinduista, le ha significado el apoyo de amplias capas de la población afectas al tradicionalismo.
Las encuestas le dan a la alianza de Modi entre 295 y 335 bancas de las 543 del Parlamento, mientras que la coalición opositora que lidera el otrora gobernante Partido del Congreso obtendría entre 165 y 205. Modi revalidaría así sus amplias mayorías y muchos temen que acentuaría el nacionalismo religioso represivo.
En un reciente informe, Amnistía Internacional sostuvo que el gobierno de Modi “reprimió selectiva y ferozmente a las minorías religiosas”, en especial las musulmanas, aunque la persecución se extiende a grupos cristianos.
A nivel internacional, Modi juega un papel clave como contrapeso del poder de China, su vecino, en la geopolítica asiática. Y aunque no se ha enfrentado abiertamente con Putin por la invasión a Ucrania, sí lo ha cuestionado. “Este no es el momento de la guerra”, le dijo Modi el año pasado en una cumbre.
No obstante, las maneras de Modi tienen similitudes con las del líder ruso. En septiembre, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, aseguró ante el Parlamento de su país que “agentes del Gobierno de India” fueron responsables del asesinato en territorio canadiense de Singh Nijjar, dirigente de la comunidad sij, minoría perseguida por Modi.
Trump, a todo o nada
Si los pronósticos para las elecciones estadounidenses se basaran nada más que en las encuestas, dos cosas estarían claras. La primera, que tanto el presidente demócrata Joe Biden como su antecesor, el republicano Donald Trump, tienen ganadas sus respectivas elecciones primarias en el primer semestre -ambos lideran por más del 60 por ciento las intenciones de voto en los sondeos-. Y lo segundo, que en las presidenciales del 5 de noviembre, Trump es favorito para derrotar a Biden.
Según el promedio ponderado de sondeos que divulga la plataforma Real Clear Politics, Trump ganaría con 46,8 por ciento, contra 44,5 por ciento de Biden. Pero, antes de las votaciones, Trump enfrenta una carrera de obstáculos judiciales en media docena de complicados procesos, dos civiles y cuatro penales.
De hecho, el primer caso civil ya produjo una condena: Trump debe pagarle 5 millones de dólares a la escritora Jean Carroll, quien lo acusó de haberla violado en 1996. La periodista demanda ahora a Trump por 10 millones de dólares por daños, pues dice que el republicano la difamó al negar la acusación de violación.
En el segundo caso civil, Trump, sus hijos mayores y su organización empresarial son juzgados por manipular sus balances de manera fraudulenta para obtener préstamos bancarios. Si pierden, deberán restituir hasta 250 millones de dólares.
En el frente penal, el expresidente es acusado de 34 cargos de falsificación contable para encubrir pagos a la actriz porno StormyDaniels para que no contara la historia de su relación. También es procesado por haberse llevado documentos de inteligencia de carácter reservado, que guardó en su casa de Florida, una acusación que llevaría a una condena de hasta 20 años de cárcel.
Los dos procesos más delicados tienen que ver con las maniobras que Trump intentó tras perder las elecciones con Biden en noviembre de 2020. En el primer caso, está acusado de presionar a funcionarios del estado de Georgia para cambiar el resultado que había favorecido a Biden.
D
onald Trump en juicio que tuvo lugar en Nueva York.
Tres abogados y un prestamista que confesaron su participación en esa conspiración, se declararon culpables y acordaron colaborar con la Fiscalía para precisar el papel de Trump. El expresidente enfrenta una eventual condena de entre 5 y 20 años de cárcel.
El otro caso tiene que ver con lo hecho por Trump durante el asalto violento de sus seguidores al Capitolio, el 6 de enero de 2021, que buscaban impedir que los congresistas certificaran, como debían, el triunfo de Biden.
La Fiscalía acusa al expresidente de conspirar para subvertir el orden democrático, y aparte de los hechos del Capitolio, ha sumado al proceso otros intentos de Trump por cambiar el resultado en varios estados. El juicio está fijado para el 4 de marzo, en pleno arranque del proceso de primarias en las que la participación de Trump está en riesgo.
La Corte Suprema de Colorado resolvió hace pocos días impedir que el nombre del expresidente esté en la papeleta de las primarias republicanas del 5 de marzo, en ese estado. El tribunal se basó en una cláusula de la enmienda 14 de la Constitución, que impide a quien haya estado involucrado en una insurrección, presentarse a las elecciones a un cargo público.
Los abogados de Trump ya recurrieron la decisión ante la Corte Suprema de Justicia, que tendrá que decidir en este caso y en procesos similares en otros estados, así como resolver recursos de las partes en los distintos procesos contra el exmandatario.
Aunque en la Suprema hay una mayoría conservadora de seis votos contra tres, con tres magistrados nominados por Trump, el alto tribunal enfrenta una crisis de credibilidad por comportamientos poco éticos de algunos de sus miembros. No faltan los analistas que especulan que los jueces podrían buscar lavar su imagen con un golpe a Trump. ¿Y Biden? Con 81 años, el propio presidente reconoció a inicios de diciembre que: “Si Trump no se hubiese postulado, no estoy seguro si yo lo habría hecho”. Así las cosas, muchos apuestan a que si Trump resulta inhabilitado, no sólo en la candidatura republicana habrá que barajar de nuevo, sino también en la demócrata.
¿Y en Latinoamérica?
Serán más de 70 elecciones en el mundo en 2024, con unas 50 en las que estará en juego el cargo de presidente o el de primer ministro. Pero hay una en particular cuyo resultado está cantado: la presidencial rusa de marzo. Tras matar, encarcelar o exiliar a casi todos los líderes opositores, el régimen tiene asegurada la continuidad del actual ocupante del Kremlin, Vladimir Putin.
En el otro lado del mundo, se consumo la reelección otro líder autoritario: el presidente salvadoreño NayibBukele. Con su popularidad arriba del 75 por ciento gracias a su política de guerra sin cuartel contra las bandas criminales, y a un audaz manejo de su comunicación política.
En México, poca ventaja lleva la académica Claudia Sheinbaum, de 61 años, hasta hace poco jefe de gobierno de Ciudad de México. Sheinbaum aspira a ganar las elecciones del 2 de junio, y darle así continuidad al proyecto nacionalista de izquierda del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Siendo la primera vez que México elija a una mujer como dirigente, Sheinbaum en algunas encuestas, dobla en porcentaje de preferencias a su principal contendora, la ingeniera Xóchitl Gálvez, de 60 años, elegida por una alianza opositora. Sheinbaum marca entre 46 y 61 por ciento de las intenciones de voto en distintas encuestas, contra un rango de entre 24 y 30 por ciento de Gálvez, sin embargo, todavía no inician las campañas con lo que el resultado esta competitivo.
Por otro lado, la favorita para las elecciones en Venezuela, María Corina Machado, no tiene asegurado poder participar. Días antes de Navidad, presentó un recurso a la Corte Suprema para que revise la inhabilitación por 15 años que la Contraloría le impuso, en un proceso plagado de arbitrariedades.
Machado aventaja 50 por ciento a 12 por ciento a Maduro, según una encuesta de Meganálisis, muy similar a otras divulgadas en estos meses. Aparte del recurso ante la Suprema, la candidata espera que surta efecto la presión internacional a favor de su habilitación.
EE.UU. juega un papel clave tras haber liberado al colombo-venezolano Álex Saab, agente de Caracas, a cambio de la libertad de una treintena de estadounidenses y venezolanos detenidos en Venezuela, y -según algunas fuentes- a cambio también de la garantía del régimen de permitirle a Machado ser candidata.
Pero, a Maduro le cuesta dar ese paso. Como explica el consultor Giulio Cellini Ramos, en un artículo de Infobae: “Habilitar a Machado y dejarla participar en la elección es el equivalente a que Maduro firme su renuncia”.
Otros piensan diferente. El politólogo Piero Trepiccione sostiene que, por la presión internacional, ella será habilitada, pero insiste en que eso no significa que vaya a ganar: “Machado triplica hoy en intención de voto a Maduro, pero el chavismo tiene otras herramientas políticas (…) para tratar de fragmentar el voto de la oposición”. Difícil saberlo por ahora. Es uno más de los múltiples interrogantes que plantea el agitado calendario electoral del mundo en 2024.
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