Asociaciones estratégicas y el arte de compartir conocimientos

Es un cliché, sin duda, pero es cierto: el mundo es complejo, y cada día lo parece más.

Los desafíos que enfrentamos colectivamente son inmensos y, en algunos casos, existenciales: cambio climático, desglobalización, agitación geopolítica y desigualdad de riqueza, por nombrar algunos. Algunos desafíos también son oportunidades: la inteligencia artificial puede estar en la parte superior de esa lista. ¿Cómo podemos aprovecharlo al máximo mientras gestionamos los riesgos?

Dada la escala de los desafíos y el ritmo del cambio en el mundo, muchos de los propietarios de activos, han llegado a la conclusión de que gestionar los riesgos y aprovechar las oportunidades requerirá más información, datos y análisis que los que tienen hoy. Cada vez más, buscan llenar estos vacíos estableciendo asociaciones estratégicas con administradores de activos y otros expertos en la materia para fomentar el intercambio de conocimientos. No es un concepto nuevo, por supuesto, pero es uno que resuena con muchos líderes empresariales y que tiene una amplia aplicabilidad en todas las industrias y organizaciones cuando buscan ideas que puedan ayudar con una amplia gama de objetivos, desde mejorar las habilidades de los empleados hasta realizar proyectos de investigación conjuntos para escalar y fortalecer un negocio a lo largo del tiempo.

Cada una de estas asociaciones es única, pero hemos descubierto que existen algunos requisitos básicos y mejores prácticas:

Las asociaciones estratégicas exitosas no surgen por casualidad. Requieren intencionalidad y planificación.

Confianza y transparencia: esta es la base de una asociación estratégica exitosa: un sentido de confianza profundo y duradero entre dos organizaciones, que solo puede desarrollarse con el tiempo y a través de muchas interacciones. Requiere una comprensión plena y un respeto mutuo de los desafíos y objetivos de cada organización.

Una vía de doble sentido y un grado de alineación cultural: la relación debe ser mutuamente beneficiosa, con una responsabilidad compartida para el éxito, así como un compromiso compartido para desarrollar y complementar las capacidades y conocimientos de cada uno. A menudo, el pegamento que mantiene unidas estas relaciones es un conjunto común de valores culturales fundamentales, que incluyen la integridad, la colegialidad y la excelencia.

Expectativas claras: puede parecer obvio, pero este paso a menudo se pasa por alto. Los objetivos de cada organización deben definirse claramente desde el principio y revisarse periódicamente. Debe haber acuerdo sobre cómo se medirá el éxito en relación con los objetivos, incluso a nivel cualitativo (por ejemplo, compromiso regular y transparencia) y a nivel cuantitativo (por ejemplo, indicadores clave de desempeño). Además, se deben especificar las funciones y responsabilidades de quienes gestionan la relación.

Un enfoque a largo plazo: aparte de los objetivos organizacionales individuales, el éxito de la relación general debe evaluarse a largo plazo. Requiere paciencia y comprensión de que la naturaleza y el alcance de la asociación cambiarán, dada la evolución inevitable de cada organización. Esto va de la mano con la creencia cada vez mayor, que compartimos, de que las empresas y los inversores deben pensar más allá del “capitalismo trimestral” y adoptar una mentalidad de más largo plazo.

En una nota relacionada, debe haber garantías razonables de continuidad de la dotación de personal dentro de las organizaciones participantes y la voluntad de ser transparentes en cuanto a la planificación de la sucesión.

Un intercambio de información abierto y amplio: debe haber una comunicación regular a través de múltiples puntos de contacto en ambos lados de la relación. Esto debería incluir un compromiso sólido y consistente entre las partes interesadas clave y la alta dirección, así como en diversas áreas de especialización. Dentro de nuestras propias asociaciones estratégicas, por ejemplo, el compromiso a menudo se extiende más allá de nuestra experiencia en inversiones a otras áreas de nuestro negocio, como gestión de riesgos, comercio, asuntos legales y de cumplimiento, tecnología de la información y desarrollo de talentos.

Cada vez vemos más oportunidades de ampliar las asociaciones para abordar problemas complejos. Las asociaciones estratégicas exitosas no surgen por casualidad. Requieren de intencionalidad y planificación para fijar las características de la relación desde el principio y evitar sorpresas no deseadas. También exigen mucho cuidado y alimentación, incluidas revisiones periódicas de la asociación para buscar comentarios y ajustar la participación para garantizar que el programa siga siendo relevante y evite el estancamiento.

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