Mientras crecía, mis padres me enseñaron que generar riqueza no se trataba de hacerse rico; se trataba de volverse seguro. Nunca he olvidado esa lección y, como una madre trabajadora, que ha inculcado a su hijo a adoptar la misma mentalidad. Para muchos padres y tutores, pocas metas son más importantes que compartir los recursos que sus hijos necesitarán para vivir una vida larga y próspera. Y en los próximos años, muchos hijos adultos participarán en una herencia sin precedentes.
Hoy estamos al borde de la mayor transferencia de riqueza de la historia. Durante las próximas dos décadas, se estima que 90 billones de dólares pasarán de los adultos estadounidenses (BABY BOOMERS) a las generaciones más jóvenes, con la esperanza de que prosperen.
Pero la riqueza heredada no es riqueza indefinida. Alrededor del 70 por ciento de las familias adineradas pierden su riqueza acumulada en la segunda generación. La tendencia es similar para las empresas familiares. Aproximadamente el 70 por ciento fracasa o se vende cuando se pasa a sus seres queridos.
He visto la esperanza que las familias tienen para sus seres queridos: que algún día disfrutarán de un futuro más próspero.
Con estadísticas como estas, es fácil ver por qué tantos padres y tutores temen que sus hijos no estén mejor que ellos. ¿Cuál es la solución para una seguridad financiera sostenible? La respuesta está en la comunicación. La riqueza duradera depende de una planificación transparente entre generaciones.
En un negocio de gestión patrimonial, junto con la estrategia para garantizar la competitividad a largo plazo. La gestora está constantemente atenta a las tendencias dentro y fuera de la industria, evaluando desafíos e identificando oportunidades para ayudar a nuestros clientes a lograr una mayor seguridad financiera. He visto de primera mano la esperanza que las familias tienen para sus seres queridos: la esperanza de que algún día disfruten de un futuro más próspero. También he visto una y otra vez que los recursos financieros por sí solos no son suficientes para hacer realidad esas esperanzas.
La planificación patrimonial intergeneracional cambia las reglas del juego
La industria de servicios financieros tiene la oportunidad (y, francamente, la responsabilidad) de facilitar un futuro mejor para las familias. A menudo, las generaciones más jóvenes tienen poca idea de cómo sus padres ganaron su dinero, y mucho menos de cómo lograron conservarlo a lo largo de décadas. Dicho de otra manera, el dinero simplemente no es algo que discutan en la mesa. Eso necesita cambiar.
Pero estas conversaciones no deberían comenzar con números de cuentas y asignaciones de cartera. Deberían comenzar con valores y una visión para el futuro. Sólo dentro de ese marco se podrá trazar el camino hacia la prosperidad generacional.
Estos diálogos pueden brindar claridad a medida que los miembros de la familia comparten sus sueños y describen sus emociones. También pueden ser una salida para hacer preguntas en un ambiente más cómodo. Tener presente un asesor de confianza puede ayudar a aliviar la tensión y facilitar una comunicación abierta y honesta.
La buena noticia es que estas conversaciones críticas se están produciendo antes, con mayor frecuencia y son cada vez más intergeneracionales. Según el Estudio de Planificación y Progreso Generacional, el ciudadano promedio dice que el momento adecuado para hablar con los niños sobre las finanzas familiares es a los 17 años. Sin embargo, existen diferencias significativas entre generaciones: los Boomers+ dicen que tuvieron esa primera conversación a los 22, mientras que la Generación Z Lo tuve a los 15 años.
Este cambio en el tiempo es un progreso. Sin una comprensión de la situación financiera de su familia, se abre la puerta a una toma de decisiones subóptima. Durante una situación cargada de emociones, como un accidente o una enfermedad inesperados, lo último que alguien quiere es tener que descifrar las realidades y los deseos financieros de un ser querido. Al saber de antemano qué opciones están disponibles, las personas pueden tomar mejores decisiones.
Dado que los padres y tutores de muchos millennials envejecen, otro tema que merece una conversación tranquila pero sincera gira en torno a sus preferencias por los cuidados a largo plazo. Aproximadamente cuatro de cada 10 (43 por ciento) adultos estadounidenses han tenido esa conversación. Pero las generaciones más jóvenes están más dispuestas a hacerlo, y a hacerlo, nuevamente, en una etapa más temprana de la vida.
El poder de la planificación intergeneracional
Si la perspectiva actual fomenta estas conversaciones sobre planificación, la mayor transferencia de riqueza de la historia no se definirá sólo por su tamaño, sino por su impacto positivo en las familias.
Los servicios financieros es una de las muchas industrias donde las conversaciones de planificación intergeneracional se volverán más populares. Deben seguir más. Por ejemplo, ¿involucrarán más adultos jóvenes a sus padres o tutores en conversaciones sobre la compra de un automóvil, la compra de una casa o la búsqueda de asesoramiento médico?
Al encontrar formas de integrar la planificación intergeneracional en nuestros esfuerzos, no sólo podemos preservar lugares en la mesa para la próxima generación, sino también agregarlos.
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