Las family office latinoamericanas añaden herramientas de inversión al conjunto de herramientas filantrópicas

América Latina está siendo testigo de una tendencia transformadora en la filantropía de las oficinas familiares: el cambio hacia la inversión de impacto. Tradicionalmente, la filantropía en la región se ha caracterizado por donaciones y subvenciones destinadas a abordar desafíos sociales y ambientales. Sin embargo, un número cada vez mayor de filántropos están adoptando la inversión de impacto como una herramienta poderosa para impulsar cambios positivos y al mismo tiempo generar retornos financieros. Este artículo explora el surgimiento de la inversión de impacto en América Latina, sus impulsores, desafíos y su potencial para remodelar el panorama filantrópico.

La inversión de impacto implica desplegar capital para generar un impacto social o ambiental mensurable junto con retornos financieros. A diferencia de la filantropía tradicional, que se basa en subvenciones y donaciones, la inversión de impacto busca aprovechar las fuerzas del mercado para abordar cuestiones sociales apremiantes. Varios factores han contribuido a la creciente popularidad de la inversión de impacto entre los filántropos de América Latina, pero quizás los más interesantes sean: el deseo de soluciones sostenibles, la madurez del mercado y la alineación con objetivos filantrópicos.

Los filántropos buscan cada vez más soluciones sostenibles que puedan crear un impacto duradero más allá de la vida útil de las subvenciones individuales. La inversión de impacto ofrece el potencial de escalar iniciativas exitosas, generar flujos de ingresos autosostenibles y catalizar cambios sistémicos en diferentes áreas como educación, atención médica, energía renovable y vivienda asequible. Por otro lado, el panorama latinoamericano de inversión de impacto ha madurado significativamente en los últimos años, con el surgimiento de fondos, intermediarios y redes de inversión de impacto dedicados.

Las innovaciones financieras, como los bonos de impacto social, los mecanismos de financiación combinada y las herramientas de medición del impacto, han mejorado la viabilidad y escalabilidad de las inversiones de impacto, atrayendo a una gama más amplia de inversores filantrópicos. Además, la inversión de impacto permite a los filántropos alinear sus inversiones financieras con sus misiones y valores filantrópicos. Al integrar consideraciones sociales y ambientales en sus decisiones de inversión, los filántropos pueden perseguir objetivos de doble resultado: generar retornos financieros y al mismo tiempo promover sus objetivos sociales y ambientales.

Inversión de impacto en family offices

Este es el caso de muchas familias de la región como la familia Gerdau en Brasil, la familia Sesana en Colombia y la familia Sánchez-Navarro en México. La familia Gerdau Johannpeter creó el Instituto Gerdau en 2005 para gestionar la estrategia de Responsabilidad Social Empresarial de su empresa, también llamada Gerdau. En 2020, fueron más allá al crear el Instituto Helda Gerdau (HGI) como una fundación de segundo nivel que brinda recursos a otras Organizaciones de Propósito Social que apuntan a los ODS 4 y 8. Más recientemente, la familia Gerdau ha complementado sus esfuerzos filantrópicos destinando el 20% de los recursos de su fondo familiar para impactar fondos de inversión.

Asimismo, la familia Sesana creó en 2006 la Fundación Arturo y Enrica Sesana para desarrollar la estrategia filantrópica del grupo empresarial familiar, Brembo Investments, enfocada en mejorar el bienestar de la población infantil y adulta mayor en Colombia. En 2016, un miembro de la familia Sesana decidió crear Asiri, una administradora de fondos de impacto con inversiones en empresas dedicadas a energías renovables, inclusión financiera, tecnología agrícola, entre otras.

Finalmente, la familia Sánchez Navarro ha pasado de su enfoque filantrópico tradicional a una perspectiva mucho más estratégica donde la filantropía y la inversión de impacto se consideran complementarias. El primero se concibe como la forma de atender aquellas necesidades que no cuentan con un modelo económico rentable para resolver, mientras que el segundo busca contribuir a resolver desafíos sociales y ambientales y generar retornos financieros. Luego de siete años de involucrarse en el ecosistema de inversión de impacto en México, Felipe Fernández Sánchez, miembro de la familia, cofundó el fondo de inversión de impacto CO_Capital en 2018.

Las experiencias de estos family office en la región fortalecen la hipótesis de que la inversión de impacto, lejos de sustituir a la filantropía, busca fortalecerla y complementarla. En esa misma línea, la última versión de la Encuesta de Impacto anual de Latimpacto (2023) reveló que el 75% de los actores que priorizan el impacto buscaron retornos financieros de sus inversiones en el último año.

Este hallazgo nos permite concluir que las organizaciones que tradicionalmente priorizan el impacto, como las fundaciones, están comenzando a probar otras estrategias financieras como la inversión de impacto para generar impacto y al mismo tiempo recibir retornos financieros. Esto no significa necesariamente que las organizaciones filantrópicas estén cambiando completamente de la filantropía a la inversión de impacto, sino más bien que han comenzado a moverse a lo largo del continuo del capital buscando maximizar el impacto y lograr una mayor estabilidad financiera.

Sectores de impacto

Algunos ejemplos que ayudan a ilustrar el potencial transformador de la inversión de impacto en América Latina son los sectores de las microfinanzas y las energías renovables. Las instituciones de microfinanzas (IMF) han desempeñado un papel crucial en la prestación de servicios financieros a comunidades desatendidas en toda la región. Los inversores de impacto han apoyado el crecimiento de las IMF, permitiéndoles ampliar su alcance, mejorar la inclusión financiera y empoderar a los empresarios de bajos ingresos.

Además, los inversores de impacto han impulsado la expansión de proyectos de energía renovable, como parques solares y eólicos, en América Latina. Estas inversiones no sólo mitigan el cambio climático sino que también contribuyen al acceso a la energía, la creación de empleo y el desarrollo económico en las zonas rurales. En este sentido, no sorprende que según la Encuesta de Impacto (2023), el 95% de las organizaciones encuestadas inviertan o donen capital de impacto hacia el cambio climático y el medio ambiente.

Las empresas sociales también representan una oportunidad para abordar un problema social y/o ambiental mientras se obtienen retornos financieros. En América Latina, un número creciente de empresas sociales están abordando desafíos sociales y ambientales apremiantes al mismo tiempo que generan ingresos sostenibles. Los inversores de impacto brindan capital y apoyo no financiero a través de tutoría estratégica a estas empresas, ayudándolas a escalar su impacto y lograr viabilidad financiera.

Sin embargo, a pesar del crecimiento prometedor de la inversión de impacto en América Latina, aún persisten varios desafíos relacionados con la percepción del riesgo, la medición y presentación de informes del impacto, la falta de soluciones escalables y un marco político y regulatorio.

Superar percepciones erróneas

Algunos filántropos perciben la inversión de impacto como inherentemente riesgosa o incompatible con los objetivos filantrópicos. Superar esta percepción requiere educación, evidencia de inversiones de impacto exitosas y una mayor transparencia en la medición y presentación de informes sobre los retornos sociales y financieros. Sin embargo, medir e informar con precisión el impacto social y ambiental de las inversiones es otro desafío en sí mismo y es esencial para generar confianza, atraer capital e impulsar la rendición de cuentas.

Las métricas de impacto estandarizadas, las metodologías de evaluación rigurosas y las herramientas de recopilación de datos basadas en tecnología pueden mejorar la transparencia y la credibilidad en la inversión de impacto, pero aún es necesario desarrollar habilidades y capacidades instaladas en la región.

Ampliar el impacto también sigue siendo un desafío importante, particularmente en sectores con altos requisitos de capital o barreras regulatorias. Los filántropos, los inversores de impacto, los gobiernos y las organizaciones de desarrollo deben colaborar para desbloquear la financiación, fomentar entornos propicios y replicar modelos exitosos a escala. Los marcos normativos y regulatorios desempeñan un papel fundamental en la configuración del ecosistema de inversión de impacto. Los gobiernos pueden incentivar la inversión de impacto mediante incentivos fiscales, reformas regulatorias y asociaciones público-privadas, creando un entorno propicio para los inversores y los emprendedores sociales.

El auge de la inversión de impacto es complementario a la filantropía y refleja la necesidad de generar retornos o recuperar capital financiero para reinvertir en proyectos sociales y ambientales. En América Latina, las organizaciones filantrópicas están incorporando algunas estrategias de inversión de impacto en sus carteras como una herramienta poderosa para abordar desafíos sociales y ambientales apremiantes mientras buscan la sostenibilidad financiera, con el fin de tener los recursos para continuar con los proyectos filantrópicos.

Al aprovechar el poder de los mercados, la innovación y la colaboración, los actores con carteras diversas tienen el potencial de impulsar cambios positivos y crear un futuro más inclusivo y sostenible para la región. A medida que evoluciona el ecosistema de impacto, Latimpacto se compromete a alinear a filántropos, inversores y partes interesadas para desbloquear todo su potencial y maximizar su impacto social y ambiental.

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