En la Opinión de: Arq. Héctor Augusto Castellanos Muñoz
De todos los males que aquejan a México, la corrupción e impunidad ocupan el lugar número uno; hablamos de un cáncer que corroe el espíritu de un pueblo que, con su bajo nivel de escolaridad, no sabe cómo combatir la corrupción, provocando con ello frustración, desesperanza y desilusión.
A raíz del triunfo de Ernesto Ruffo en 1989 creí honestamente que las cosas cambiarían, sin embargo, en menos de seis meses mis compañeros cayeron en la tentación y la corrupción cobró un auge inusitado.
Al presidente municipal le señalé sus corruptelas y las de sus funcionarios, me aguantaron hasta año y medio para finalmente suspenderme del cargo. Seguí luchando habiendo logrado convencer a Jesús González Reyes de ciudadanizar el IMPLAN para que hubiera intervención directa del sector privado en la administración pública. El día de la firma del convenio ante un numeroso grupo de empresarios y el presidente municipal en turno se rajó como un cobarde, luche por convencerlo pero no encontré ningún apoyo de los presentes.
Posteriormente logré formalizar con la UABC un proyecto de un estadio universitario, firmando un convenio para utilizar 28 hectáreas de los terrenos de su campus, firmamos además con el Club Inter de Milán para dirigir el desarrollo de los niños y jóvenes, y formar ligas desde los 5 años hasta liga mayor. El Inter de Milán ofreció traer desde Italia un grupo de nutriólogos que se hicieran cargo de la salud de los jóvenes, posteriormente hicimos un convenio para empezar con las escuelas más pobres. Solicitamos dos escuelas para empezar a trabajar con canchas de pasto, pues no se aceptaba jugar en canchas de tierra, y tuvimos el apoyo de grandes firmas como Coca Cola, Cervecerías y grandes empresas comerciales, entre otras.
Cuando todo estuvo organizado hicimos acto de presencia, en el Ayuntamiento de Tijuana, representantes de la UABC, Inter de Milán y las empresas patrocinadoras. El presidente municipal nos recibió y prometió darnos todas las escuelas que solicitáramos. La promoción estaba consumada. Después de felicitarnos a todos, manifestó su apoyo para todo lo que requiriera el éxito de la promoción. Al final nos despedimos, yo fui el último y me detuvo para pedirme su parte, con este gesto corrupto del presidente municipal prácticamente se desvanecía un sueño esplendido para Tijuana y su universidad. Este fue el primero de una serie de actos de corrupción que se han realizado en las administraciones panistas y mejor no hablar de las priistas.
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